Cine, culturas y ocupación

Por Noemí Artal

“¡Cineastas del mundo, uníos! Agitad imágenes (y palabras) para agitar la cosas. Enfadadles, perturbadles. Por compasión, abrid esa ventana por mi… y dejadme respirar”.  Abbas Kiarostami.

Es algo que añoro por eso imagino la cultura como sangre blanca que da vida, autonomía y crecimiento, y un pueblo como un árbol. Imagino que destruir culturas es destruir identidades. Imagino que para combatir la ocupación y los esquemas colonizadores, que sufre no sólo Palestina sino el resto del mundo, es esencial dejar que fluya la savia de los árboles, dejar que nos hablen, tenerles en escena y dar protagonismo a sus formas y lenguajes, los que sean. Es un desastre para la biodiversidad las emisiones de contaminantes ambientales y es un desastre para la diversidad cultural la emisión de toda la polución que lanzamos sobre otras culturas. Y lo que decimos sobre lo palestino está muy contaminado, seguimos contaminando.

El tema que nos ocupa es el cine y el propósito es indagar en cómo mantenemos la ocupación de Palestina a través de las obras culturales que por el mundo se crean y aquí se difunden. Por ello, lo que nos concierne ahora  es saber qué hacer para que la ocupación no nos envenene por todas partes.

No hay apenas estructuras e infraestructuras sostenibles que den visibilidad a las culturas y las artes palestinas, que se mantengan vivas. Existen estudios sobre tradición oral, literatura, cultura y política palestinas, pero pocos promotores e inversores culturales para mostrar los diferentes ángulos y enfoques de Palestina. No es una prioridad de la política pública española, la financiación es escasa luego no existen firmes colaboraciones para la permanencia de proyectos culturales palestinos. Asociaciones, ONG y centros culturales dedican esfuerzos a su acceso, sin embargo, aún hay un desconocimiento de obras creativas palestinas y una escasez, e incluso ausencia, de registros artísticos palestinos en museos, galerías o archivos fílmicos españoles y, por supuesto, una casi nula circulación de los mismos en el mercado. ¿Por qué es así? Por la ocupación, sí, y más que eso.

Las preguntas no se escapan del ambiente institucional que nos rodea que crea nuestros hábitos mentales, las normas capitalistas, las políticas oportunistas, las pautas ideológicas, los códigos interpretativos. Es este ambiente institucional el que condiciona que distintas manifestaciones culturales no sean libres en un espacio que tan determinantemente crea los modos de aceptación de las distintas culturas. Pensemos, ¿cuáles son los mecanismos sociales que reproducen la ocupación de la cultura palestina? ¿Qué tipos de representaciones palestinas producimos y difundimos hoy? ¿Qué implicaciones culturales y qué consecuencias políticas surgen a partir de estas representaciones? ¿Cómo los dominios institucionales, cómo las instituciones de los estados, de los mercados e incluso de la sociedad civil, se implican para reproducir estas visiones de Palestina? ¿Cómo nos identificamos con Palestina?

Si una tierra, un pueblo y sus expresiones artísticas están ocupados proponemos estudiar cómo lo están desde un punto de vista tanto económico como cultural, y dentro de estos dos campos de visión incluir la dimensión política. Desde un punto de vista económico conoceríamos entonces los modos de producción, los modos de distribución y los modos de exhibición de las artes palestinas para conseguir ver cómo el estado, el mercado y la sociedad civil contribuyen a desarrollar la cultura en las artes palestinas. Ejemplifico el caso a través de lo que vemos de lo palestino en nuestro país. En Madrid, la biblioteca del Museo del Reina Sofía dispone de no más de una veintena de registros sobre Palestina, de los cuales no más de los dedos de un pie son publicaciones sobre artistas palestinas. El centro público con mayor volumen de material al que podemos tener acceso es Casa Árabe, que dispone en su mediateca de un catálogo de poco más de 270 registros sobre Palestina con una amplia temática sobre política, literatura, música, cine, etc. De este material ¿cuánto es obra palestina? En el caso que ahora nos ocupa, la mediateca archiva poco más de un centenar de películas sobre Palestina, de las cuales apenas un 37% son películas realizadas por directores de origen palestino, el resto son visiones extranjeras sobre Palestina.

Nos metemos en el cine, elegimos butaca y leemos el programa. Se han producido más de setecientas películas palestinas[1] desde los orígenes de este arte pero en España una única película es calificada palestina por el Instituto de la Cinematografía y de las Artes Audiovisuales (ICAA) para su exhibición comercial en salas de cine: “El Cumpleaños de Laila” (2008). Aparte, encontramos en sus registros otras cuatro coproducciones de realizadores palestinos estrenadas comercialmente en España pero calificadas como coproducciones israelíes[2]: “Intervención divina” (2001), “Paradise Now” (2005), “La sal de este mar” (2009) y “Amreeka” (2009). Entre lo festivales españoles el ambiente algo mejora pues se ha promocionado la cinematografía palestina y en algún momento de sus trayectorias encontramos en la Mostra de Valencia, la Seminci de Valladolid o el Festival de Cine de San Sebastián entre otros, ciclos e incluso financiación a proyectos audiovisuales palestinos. Pocos, el acceso a estas películas en el circuito festival es limitado. Gracias Filmoteca Española también por acoger la Muestra de Cine Palestino de Madrid durante los últimos años.

Salgamos de nuestras fronteras naturales y comparemos las cifras sobre el desarrollo cultural que permitimos. Israel firma acuerdos en materia audiovisual con once países, a saber, Australia, Bélgica, Brasil, Canada, Francia, Alemania, Hungría, Italia, Polonia, Suecia y Reino Unido. Los Territorios Ocupados Palestinos han firmado únicamente con Reino Unido e Irlanda, y con Francia el acuerdo está en proceso de negociación. Si nos fijamos en la situación de los últimos años (desde 2006), en los países del sur del Mediterráneo[3] hay 192 coproducciones, de las cuales 55 son israelíes (28,6%), y sólo 13 son coproducciones palestinas (6,8%). De las coproducciones palestinas, sólo dos películas se han estrenado en España en salas comerciales, siete películas han sido proyectadas en la Muestra de Cine Palestino de Madrid y las cinco películas restantes de momento no se han podido ver ni tienen distribución. Al comparar vemos que en torno al 85% de las coproducciones israelíes se han estrenado en al menos un país de la Unión Europea.

Sumemos ahora la perspectiva cultural de nuestro ambiente institucional, específicamente el interés de ver los modos de construcción de significado, las representaciones que nos llegan de Palestina así como los modos de recepción de las mismas. Para explicarlo utilicemos como ejemplo indicadores de la cinematografía del sur del Mediterráneo que pueden ser señales de la diversidad cultural que respiramos en este ambiente europeo. En la primea década de este siglo más seis millones de espectadores han visto películas israelíes en los países de la Unión Europea. Entre las diez coproducciones mediterráneas más populares, es decir, con mayor nivel de audiencia en los 27 países de la UE en el periodo 2001-2010, destacan cinco películas que tratan la temática palestina. Son las siguientes: “Vals con Bashir” (2008), con 1.011.608 espectadores, “Los limoneros” (2008), con 770.006 espectadores, “Paradise Now” (2005), con 416.335 espectadores, “Oh Jerusalén” (2006), con 367.370 espectadores e Intervención divina, (2002) con 443.314 espectadores.

Volvemos a preguntar: ¿Qué tipo de representaciones sobre Palestina ha producido y comercializado la industria del cine en Europa? “Vals con Bashir”, una película sionista que sigue tratando a Israel como víctima y no como agresor; “Los limoneros”, una película que ofrece pistas sobre el problema a través de una historia muy simple pero con un sutil simbolismo del conflicto que resulta confuso leer[4]; “Paradise Now”, la única con coproducción palestina con realizador palestino que ofrece la parte humana de una eterna imagen terrorista, sin ahondar en razones ni llegar a la historia de un porqué auténtico; “Oh Jerusalem”, que se remonta a los inicios del conflicto de una manera distante, flotante y sesgada, sin aportar apenas información reservando el derecho israelí a la ocupación de una tierra ajena; y por último, la más genuina de todas ellas, “Intervención divina”, del realizador palestino Elia Suleiman, que es la que cuenta con una mayor aprobación de la crítica palestina. Éstas son las representaciones sobre Palestina o sobre el mundo utilizando Palestina como escenario en las salas comerciales europeas en los últimos diez años.

¿Por qué no se han producido y distribuido más películas palestinas? ¿Por qué no tienen cabida otras narrativas? ¿Dónde encontrar estos trabajos, por qué no son accesibles? España, mediterránea, podría ser canalizador de gran cauce de bienes culturales, no sólo para llevar a su territorio sino para Europa y América Latina. Aún así, lo anterior es indicio de cómo en el día a día nuestro ambiente institucional nos deforma, nos impide identificarnos con los otros, extingue sus expresiones y coarta su derecho a existir.

Abramos el telón para ver Palestina. Adelante Palestina. Sólo tú puedes contar tu historia, nadie más puede enseñarnos tu visión, tu propia realidad. Sí, audiencia, ella puede utilizar el lenguaje de la sociedad de acogida si es exiliada e inmigrante, o de la sociedad ocupante israelí si vive en Cisjordania, Gaza o territorios del 48, pero sólo a través de ella podremos conocer su historia. Ésta es la riqueza que perdemos, perdemos su experiencia de resistencia que se encuentra en ocupación o en exilio, perdemos su manera de mostrar “su propio desierto y su lucha”. Reafirmar ese desierto y esa lucha nos deja ver la desnudez de su tierra y el sentido de su realidad, y eso nos deja apoyar su autonomía y desarrollo. Pero estamos cortando su savia. Puede que todo el quehacer palestino esté moribundo, apuñalado por la ocupación, pero el espíritu de Palestina vive, está en sus artes, en su cine; costará matarlo aunque siga encerrado o en cautividad. Algo que podemos hacer es dejar que fluya, dará hojas verdes y fruta, y aunque la herida verterá sangre blanca sobre la tierra, también dará fruto, lo imagino también blanco. Hay que verlo con los ojos abiertos y sentirlo, entenderlo no podremos, aún el absurdo de la ocupación supera los sueños del cine.

La autora es responsable de la organización de la Muestra de Cine Palestino de Madrid y Caracas así como el Centro de Documentación sobre Cine Palestino. La Muestra de Cine Palestino abre su tercera edición en Madrid el 23 de noviembre de 2012  (www.muestracinepalestino.com) en el cine Doré. El Centro de Documentación sobre Cine Palestino (www.cinepalestino.com) incluye recursos sobre cine palestino y películas palestinas (www.cinepalestino.com/videos-on-line/).


[1]  Se utiliza como criterio la autoría.

[2]  Sus directores palestinos tienen nacionalidad israelí o extranjera.
[3] Los países del sur del Mediterráneo incluyen a Marruecos, Argelia, Túnez, Libia, Egipto, Israel, Territorios Ocupados Palestinos, Jordania, Siria y Líbano (Observatorio Audiovisual Europeo).
[4]  El director Eran Riklis es israelí, la guionista Suha Arraf y parte del reparto son palestinos del 48.
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